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quarta-feira, abril 07, 2010

Una variante brutal del catolicismo



Belíssimo texto de Sinead O'Connor...
contra as mentiras, a corrupção e a hipocrisia do pontificado de Bento XVI
Una variante brutal del catolicismo 

Para la cantante, las disculpas del Papa por los abusos sexuales a menores en Irlanda son huecas. No asume ninguna responsabilidad. ¿Qué hay de la complicidad del Vaticano en el ocultamiento de estos delitos?

SINEAD O'CONNOR


EL PAÍS  -  Opinión - 07-04-2010Cuando era niña, Irlanda era una teocracia católica. Si se acercaba un obispo por la calle, la gente se apartaba para dejarle paso. Si asistía a un acontecimiento deportivo, el equipo se aproximaba a arrodillarse y besarle el anillo. Si alguien cometía un error, en vez de decir "Nadie es perfecto", decíamos "Podría pasarle hasta a un obispo".
Esta última frase era más certera de lo que imaginábamos. Hace unos días, 
el papa Benedicto XVI escribió una carta personal en la que pedía perdón -por decir algo- a Irlanda por los decenios de abusos sexuales a menores que cometieron unos sacerdotes en los que se suponía que debían confiar esos niños. Para muchos irlandeses, esa carta del Papa es un insulto no sólo a nuestra inteligencia, sino a nuestra fe y a nuestro país. Para entender por qué, hay que tener en cuenta que los irlandeses hemos sufrido una variante brutal del catolicismo basada en la humillación de los niños.
Yo lo viví en persona. Cuando era niña, mi madre -una madre maltratadora y todo lo contrario de lo que debe ser una buena madre- me animaba a que robara en las tiendas. En una ocasión me atraparon y pasé 18 meses en el Centro de Formación An Grianán, una institución para niñas con problemas de conducta en Dublín, por recomendación de una trabajadora social. An Grianán era una de las hoy tristemente famosas "lavanderías de las Magdalenas", patrocinadas por la Iglesia, que albergaban a adolescentes embarazadas y jóvenes poco dóciles. Trabajábamos en el sótano, lavando la ropa de los curas en fregaderos con agua fría y pastillas de jabón. Estudiábamos matemáticas y mecanografía. Teníamos poco contacto con nuestras familias. No cobrábamos ningún sueldo. En mi caso, por lo menos, una de las monjas fue buena conmigo y me regaló mi primera guitarra.
An Grianán era un producto de la relación del Gobierno irlandés con el Vaticano; la Iglesia gozó de una "posición especial" recogida en nuestra Constitución hasta 1972. Todavía en 2007, el 98% de los colegios irlandeses estaba en manos de la Iglesia católica. Pero los colegios para niños difíciles han estado siempre plagados de castigos corporales salvajes, maltratos psicológicos y abusos sexuales. En octubre de 2005, un informe encargado por el Gobierno identificó más de 100 acusaciones de abusos sexuales cometidos por sacerdotes entre 1962 y 2002 en Ferns, un pueblo a unos 100 kilómetros al sur de Dublín. La policía no investigó a los sacerdotes acusados; se dijo que padecían un problema "moral". En 2009, un informe similar involucró a los arzobispos de Dublín en la ocultación de varios escándalos de abusos sexuales entre 1975 y 2004.
¿Por qué se toleraba esa conducta criminal? Según el informe de 2009, el "importantísimo papel que ha desempeñado la Iglesia en la vida irlandesa es el motivo por el que se consintió que no se pusiera fin a los abusos cometidos por una minoría de sus miembros".
A pesar de la larga relación de la Iglesia con el Gobierno irlandés, la carta en la que el papa Benedicto pide teóricamente perdón no asume ninguna responsabilidad por las infracciones de los curas irlandeses. Dice que, "antes, la Iglesia en Irlanda debe reconocer ante el Señor y ante otros los graves pecados cometidos contra unos niños indefensos". ¿Qué hay de la complicidad del Vaticano en esos pecados?
En su texto, Benedicto da la impresión de que se ha enterado hace poco de los abusos y se presenta como una víctima más: "No tengo más remedio que compartir la desolación y la sensación de traición que habéis experimentado tantos de vosotros al saber de estos actos pecaminosos y criminales y de cómo se ocuparon de ellos las autoridades eclesiásticas en Irlanda". Sin embargo, la carta de infausta memoria que envió Benedicto en 2001 a los obispos de todo el mundo les ordenaba guardar secreto sobre las acusaciones de abusos sexuales so pena de excomunión, es decir, actualizaba una perniciosa política de la Iglesia, expresada en un documento de 1962, que establecía que tanto los sacerdotes acusados de delitos sexuales como sus víctimas debían "observar el más estricto secreto" y "atenerse a un silencio eterno".
Benedicto, entonces Joseph Ratzinger, era cardenal cuando escribió esa carta. Hoy, cuando ocupa el sillón de San Pedro, ¿vamos a creer que su opinión ha cambiado? ¿Y vamos a conformarnos ante las recientes revelaciones de que en 1996 se negó a destituir a un sacerdote acusado de haber abusado de hasta 200 niños sordos en el Estado norteamericano de Wisconsin?
La carta de Benedicto afirma que su preocupación es "sobre todo ayudar a sanar a las víctimas". Sin embargo, les niega lo que podría sanarles: una confesión inequívoca del Vaticano de que ocultó los abusos y ahora está tratando de ocultar el ocultamiento. Asombrosamente, el Papa invita a los católicos a "ofrecer vuestro ayuno, vuestras oraciones, vuestra lectura de las Escrituras y vuestras obras de misericordia para obtener la gracia de la curación y la renovación de la Iglesia de Irlanda". Y sugiere, cosa aún más asombrosa, que las víctimas irlandesas pueden sanar acercándose más a la Iglesia, la misma Iglesia que exigía votos de silencio a los niños víctimas de los abusos, como ocurrió en 1975 en el caso del padre Brendan Smyth, un sacerdote irlandés que más tarde acabó en la cárcel por delitos sexuales repetidos. Muchos irlandeses, cuando se nos pasó la risa, nos dijimos que la idea de que necesitamos la Iglesia para aproximarnos a Jesús es una blasfemia.
Para los católicos irlandeses, lo que insinúa Benedicto -que los abusos sexuales en Irlanda son un problema irlandés- es arrogante y blasfemo. El Vaticano está actuando como si no creyera en un Dios que todo lo ve. Quienes dicen ser los guardianes del Espíritu Santo se dedican a aplastar todo lo que el Espíritu Santo representa. Benedicto es culpable de dar una imagen falsa del Dios al que adoramos. Todos sabemos, en el fondo de nuestro corazón, que el Espíritu Santo es la verdad. Por eso sabemos que Cristo no está con esos que le invocan con tanta frecuencia.
Los católicos irlandeses tienen una relación disfuncional con una organización que comete abusos. El Papa debe hacerse responsable de las acciones de sus subordinados. Si hay sacerdotes católicos que abusan de los niños, es Roma, y no Dublín, la que debe responder de ello, con una confesión inequívoca y sometiéndose a una investigación criminal. Mientras no lo haga, todos los buenos católicos -incluidas las ancianitas que van a misa todos los domingos, no sólo los cantantes protesta como yo, a quienes el Vaticano puede ignorar sin problema- deberían dejar de acudir al templo. Ha llegado la hora de que en Irlanda separemos a nuestro Dios de nuestra religión y nuestra fe de sus supuestos dirigentes.
Hace casi 18 años, rompí una fotografía del papa Juan Pablo II en un episodio de Saturday night live [Clique aqui para ver]. Muchos no entendieron la protesta; la semana siguiente, el presentador invitado del programa, el actor Joe Pesci, dijo que, si hubiera estado presente, me "habría dado una bofetada". Yo sabía que mi acción iba a causar problemas, pero quería provocar un debate necesario; ese es uno de los ingredientes de ser artista. Lo único que lamenté fue que la gente pensara que no creía en Dios. No es verdad, en absoluto. Soy católica de nacimiento y cultura, y sería la primera en presentarme a la puerta de la iglesia si el Vaticano ofreciera una reconciliación sincera.
Mientras Irlanda soporta la ofensiva carta con la que Roma pide perdón y un obispo irlandés dimite, pido a los estadounidenses que comprendan por qué una mujer católica irlandesa que sobrevivió a los malos tratos de niña pudo querer romper la foto del Papa. Y que piensen si a los católicos irlandeses, por no atrevernos a decir "merecemos algo mejor", se nos debe tratar como si mereciéramos algo peor.
© Sinead O'Connor, 2010
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

sexta-feira, maio 11, 2007

O inquisidor Ratzinger e o Frei Boff (parte final)


João Noro - Você respondia às perguntas em latim ou italiano?
Leonardo Boff - O cardeal [Ratzinger] perguntou: "Você quer em alemão, espanhol ou italiano?" Respondi: "Olha, cardeal, em alemão o senhor é forte porque o senhor é alemão, então vou pedir em espanhol porque o senhor é mais fraco". (risos) Tudo era guerra ali, tudo era jogo limpo. Então falamos em espanhol, embora ele tivesse o texto em alemão, italiano, espanhol e português. Ele disse: "Se você quiser fazer um debate livre, o notário anota tudo, para não ficarmos três dias aqui. Você pode deixar que eu pergunto, então você responde. Ou você pode pegar o teu escrito e segui-lo". "Prefiro seguir o meu escrito." "Não, é muito comprido." Eram sessenta páginas. "Vamos selecionar algumas questões, o resto os cardeais vão julgar o texto como um todo." E logo acrescentou: "A minha função aqui não é julgar você, nem interrogá-lo, é escutar o que você diz e ver se está conforme a fé cristã ou não." "Mas na base de qual critério?" "A minha função é esta, de ter os critérios." Ele é que decide, você está entregue ao arbítrio.
Leo Gilson - Isso me lembra Alice no País das Maravilhas, em que a rainha diz: "Primeiro cortem-lhe a cabeça, depois vamos julgar".
Leonardo Boff - A verdade é que você sente que não tem nenhuma proteção, nem jurídica, nem humana, e que está entregue ao arbítrio. Que na Igreja não funciona nem a lei divina – que eles interpretam como querem –, nem a lei humana, que eles não aceitam. É o arbítrio do príncipe, que é o papa que quer assim, do cardeal que quer assim.
Sérgio Pinto - Quanto tempo durou a sessão?
Leonardo Boff - Os nossos dois cardeais do Brasil quiseram participar de todo jeito, e o cardeal Ratzinger negou: "Absolutamente". Então eles foram ao papa e o papa fez o jogo salomônico: "O tribunal terá duas partes, na primeira só o Ratzinger com o Boff e na segunda só os cardeais". Então me submeti àquele diálogo de uma hora e meia e houve uma pausa para o café. E o curioso é que foi naquela sala enorme, o cafezinho lá no canto e os funcionários correndo pra me pedir autógrafo e o cardeal furioso: "Ele é condenado, ele é condenado!" (risos) Bom, depois da pausa para o café, vieram os cardeais. E aí dom Paulo foi terrível, porque quase não deixava o Ratzinger falar: descobriram que foram colegas de estudo quando eram estudantes de doutorado em Munique, trocaram idéias sobre os professores que morreram ou não. Três dias antes havia saído um documento condenando a Teologia da Libertação, então, no momento apropriado, dom Paulo disse para o cardeal: "Cardeal Ratzinger, lemos o documento e ele é muito ruim. Não o aceitamos porque não vemos os nossos teólogos dizendo e pensando o que o senhor diz da Teologia da Libertação. Inclusive, queremos sugerir que o senhor os chame para elaborar um documento e depois vocês o completam. Se quero construir uma ponte, chamo um engenheiro, e o senhor, para construir a ponte, chamou um gramático, que não entende nada de engenharia. Então, não aceitamos este, queremos um segundo documento". E acrescentou: "Boff, você está aí com o seu irmão, o Gustavo Gutierrez, amanhã vocês já sentam juntos e fazem um esquema". De fato, fizemos o esquema e levamos ao Santo Ofício.
Leo Gilson - Você poderia definir claramente para o leigo o que é a Teologia da Libertação?
Leonardo Boff - E aí então a discussão foi sobre a Teologia da Libertação, não mais sobre mim. A crítica do cardeal se baseava no seguinte: "O teu livro é protestante, quem fala assim são os protestantes, eles não são como os católicos". Eu digo: "Absolutamente, é o lado evangélico do protestantismo, e temos muito o que aprender com Lutero. Então, não aceito que seja o lado protestante, é o lado são da teologia, que percebe o excesso, o abuso de poder da Igreja, a soberba, e pertence à teologia ter uma palavra crítica sobre isso. E há uma tradição profética. A gente, quando é batizado, é batizado para ser profeta, além de sacerdote. Ninguém lembra de ser profeta na Igreja. Os profetas se confrontam com o poder". E se discutiu Teologia da Libertação. A insistência dos nossos dois cardeais era que se fizesse um documento nas igrejas onde se vive uma prática de Teologia da Libertação com pobres e comunidades. Dom Paulo disse ao Ratzinger: "Se o senhor quiser, preparo tudo em São Paulo, o senhor vai conhecer as periferias, vai com os agentes da pastoral e, depois de ver tudo isso, vamos sentar e falar sobre a Teologia da Libertação, porque, se o senhor não vir isso, não vai entender os teólogos". O cardeal respondeu: "Temos obrigações com a Igreja universal, não podemos fazer partido na Igreja local. Somos responsáveis por todas as igrejas, nossa sede de pensamento é aqui". Aí me levantei e disse: "Cardeal, por favor, olhe esta janela, toda de ferro quadriculado. Atrás dessa janela de ferro quadriculado não se faz Teologia da Libertação, porque o mundo já vem traduzido nessa quadratura. Tem de sentir na pele uma experiência de pobreza, porque daí nasce a teologia como o grito dos pobres". A Teologia da Libertação é um grande esforço de uma parte dos cristãos de fazer do Evangelho e da fé cristã um fator de mobilização social.
Carlos Moraes - Começou quando?
Leonardo Boff - Começou com o pessoal do frei Betto, nos anos 60, com a JUC, com a AP, com aqueles cristãos que militavam... Pra mim, a chave da Teologia da Libertação é o seu método, que a maioria esquece nessa discussão, que é o de arrancar, não de uma encíclica, de uma página da Bíblia, de um credo qualquer da tradição, mas partir dos desafios da realidade, quais são as questões que os pobres levantam, que o Brasil suscita hoje. As comunidades de base com seus movimentos sociais por casa, por terra, por saúde, por alfabetização, arrancar disso e, junto com a organização do povo, com a consciência que ele vai desenvolvendo, dizer como os cristãos podem dar um primeiro impulso nisso, o cristianismo como força que dá clareza, que dá motivação pra gente se empenhar pela justiça, pela transformação, porque a gente é herdeiro de alguém que foi prisioneiro político, que morreu na cruz e não velho na cama, que é Jesus. Então, é resgatar essa dimensão, essa densidade histórica, um sentido público, político. A Teologia da Libertação se articula com quem já está dando uma caminhada e tenta pensar a partir da prática. Por exemplo, o pessoal está lutando por terra, eu digo: "Vai ocupar uma terra aí". Então, os cristãos se reúnem e começam primeiro a ler o Êxodo, o povo que está no exílio sem terra, e quer a Terra Prometida. E eles dizem: "Não está em nenhum lugar da Bíblia que Deus deu a terra e a escritura para alguém, a terra é de todos, e Deus, o Senhor disso tudo". Então, quando vão conquistar a terra, o que significa? Que queremos trabalhar a terra para ter saúde, comida, a nossa casa. O sem-terra começa a pensar essa realidade e vê que o que temos é o contrário. A terra está na mão de alguns, impede a vida, impede a justiça, traz doença. Então temos de conquistar isso.
[...]
Sérgio Pinto - Queria voltar ao julgamento do Vaticano e perguntar o seguinte: se você já sabia previamente da opressão daquela cena, já sabia que não teria advogado, direito a voz, a nada, já sabia da condenação, pra que fazer? Pra continuar dentro no sentido de registrar, marcar presença?
Leonardo Boff - Fiz um juízo político, não pessoal. Uma coisa é você defender a sua biografia, romper e seguir seu caminho. Como todo o nosso grupo, o Betto inclusive, era de intelectuais orgânicos das CEBs, e tínhamos naquela época hegemonia na Igreja – quem dava o discurso tinha grande articulação, se movimentava na sociedade, era essa Igreja da base, que era uma coligação de uma série de bispos e cardeais que apoiavam as CEBs, e as CEBs acolhiam esses tipo de Igreja. Então, a minha preocupação era: o fundamental é preservar esse ensaio da Igreja da base e não a minha biografia.
Sérgio Pinto - Quer dizer, era uma militância mesmo...
Leonardo Boff - Militância. Uma coisa bem pensada, em termos até de "até onde eu agüento sem perder a minha dignidade" e trazer um ganho pra essa Igreja da base. Então seria ruim eu romper com o Vaticano, e o Vaticano queria isso, porque seria fácil condenar e excluir, excomungar, e o povo diz: "Olha, assassino, ladrão, tudo bem, mas excomungado não. Porque a pior coisa que existe é ser entregue a Satanás direto, sabe? Então, a excomunhão é uma sombra terrível, um estigma fantástico. E, como senti o apoio explícito da CNBB e da própria ordem franciscana, fui ao diálogo com o Ratzinger levando duas maletas contendo 100.000 subscrições, do mundo inteiro, desde a Sibéria, Coréia, bispos, milhares de cristãos. E, quando comecei, disse: "Cardeal, não estou sozinho aqui, estou com estes 100.000". "Vocês é que manipularam assinaturas!" "Como, manipularam? Um bispo que é lá da cidade de Zagorsky, na Rússia, como é que vai ter contato comigo?" Quer dizer, a Teologia da Libertação não era causa minha, é a causa de uma geração, é um movimento. E saí convencido, devido à influência dos dois cardeais que me acompanharam, que o problema terminaria ali. E qual não foi a minha surpresa quando, no dia 1º de maio, todo paramentado para entrar na missa dos trabalhadores em Petrópolis, toca o telefone, era do Vaticano. Atendo e dizem: "Você se considere imediatamente demitido da cátedra de teologia, deposto da Revista Eclesiástica Brasileira, da coordenação editorial da Vozes, não pode mais falar, viajar, nem dar aula. Esta é a punição". Eu disse: "Então apelo ao direito canônico. Só entro na punição quando tiver os documentos na mão, porque oral não vale". "Então, os documentos seguirão." E desligaram. Aí vieram os documentos.
Chico Vasconcellos - Nesses momentos todos, na sua cabeça não voltam as palavras do velho Mansueto, que dizia que o clero só era bom enforcado?

Leonardo Boff - Vou dizer com muita sinceridade: minha grande decepção não foi a luta ideológica, de teologias, argumentos e contra-argumentos. A minha decepção profunda, que me amadureceu de certa maneira, foi ver que eles mentem. Por exemplo, chego em Roma, o cardeal Ratzinger dá uma entrevista e diz: "Boff não veio para cá convocado. Veio porque solicitou julgamento". Aí telefonei pra ele: "Ou o senhor desmente isso ou pego o avião amanhã e volto para o Brasil, porque discutimos a data, a carta, o senhor mandou a passagem – que eu não viria se vocês não pagassem a passagem –, tudo isso foi feito. Agora, o senhor diz que me apresentei, solicitei um julgamento". Então, ele escreve lá: "Pontualizacione sur por causa est". Não diz "desmentido", diz pontualizacione. Ele diz: "De fato, em dia tal seguiu carta, acertamos dia tal...". E aí, antes de começar o diálogo, andando com ele, eu disse: "Cardeal, quero que o senhor diga pra mim aqui, não na imprensa, se o senhor deu aquela declaração". "Não, a imprensa inventa." Saiu no Osservatore Romano!

Frei Betto - O "diário oficial".

Leonardo Boff - Então foi uma profunda decepção, ver que eles manipulam. Depois, um grande vaticanólogo, o Santini (na ocasião, me articulei com os jornalistas que cobrem o Vaticano e são chamados vaticanólogos e que, pelo menos, são bons teólogos, sabem tudo do Vaticano), me disse: "Olhe, nós temos..." – deu uma cifra altíssima, acho que 300 milhões de liras – "para comprar documentos do Vaticano, documentos secretos, pra gente dar o furo". E eu, numa dessas disputas com aquele cardeal, o Jerome Hamer, tinha dito: "Vocês são corruptos, vocês vendem documentos". "Tem de provar, isso é uma injúria, você tem de provar!" E eu: "Então chamo o Santini aqui, ele tem 300 milhões de liras...". Ele disse: "Infelizmente temos funcionários que só fazem isso...".

Chico Vasconcelos - Você fala que a Igreja mente, que ela é corrupta...

Leonardo Boff - Ela mente, é corrupta, é cruel e sem piedade. Ela pega alguém e vai até o fim. Antes de eu receber aquela condenação no 1¼ de maio, uns quinze dias antes, veio o representante do núncio a Petrópolis, junto com o bispo de Petrópolis, paramentados oficialmente, e me entregaram um livreto publicado pela Poliglota Vaticano Livrino, onde era feito o juízo do meu livro. Me entregaram oficialmente, me deram meia hora pra ler e dar a resposta e foram para a igreja ao lado, rezar. Fiquei lendo. Meia hora depois, eles vieram, eu disse: "Li, concordo porque também rejeito todas essas teorias". "Mas são suas!" "Absolutamente, isso não é meu, eu concordo, tudo bem." O núncio diz: "Graças a Deus, com um teólogo assim podemos trabalhar". Eu digo: "Por quê?" "Se você tivesse feito como o Küng, dizendo não, ligaria daqui mesmo para o Vaticano e você receberia todas as punições canônicas." Aceitei o texto, tudo bem, o texto vai ser publicado e termina ali. Daí a surpresa quando quinze dias depois vêm as punições todas. Quer dizer, não bastou eu me submeter ao processo, acolher a condenação do livro de uma forma oficial – e com a promessa de que nas próximas edições iria fazer rodapés corrigindo, moderando a linguagem –, e eles ainda vêm e aplicam outras punições, quer dizer, é abuso, é excesso de rigor. Me submeteram, ganharam e, ainda por cima, me espezinham. E aí me submeti àquele silêncio, que provocou uma grande crise em Roma porque o dom Ivo, que era presidente da CNBB, recebeu uma infinidade de telegramas do mundo inteiro, de protesto, e o argumento era: "O Vaticano fez aquilo que os militares faziam, isso é um escândalo!"
Biografia de Leonardo Boff, clique aqui.
Biografia de Joseph Ratzinger (Bento XVI), clique aqui e aqui.
Para ler toda a entrevista, clique aqui.
Para acessar o site oficial do Vaticano, clique aqui.

quinta-feira, maio 10, 2007

O inquisidor Ratzinger e o Frei Boff (parte II)


Ricardo Kotscho - Qual é o papel de dom Eugênio Sales nesse processo? Porque esse Hamer não tinha tanto conhecimento do que acontecia no Brasil pra dizer se havia muito pobre ou pouco pobre. Alguém daqui informava o Vaticano...
Leonardo Boff - Deixa eu dizer antes qual foi o efeito do Hamer em mim: nunca tinha desejado a morte a ninguém, nunca tinha imaginado matar alguém. Voltei para o Brasil totalmente desestruturado em termos psicológicos. Me senti um criminoso, "eu matei" em termos afetivos. Fui me curar passando dois meses na floresta amazônica, me enfiei no Acre, visitando comunidades, para recuperar a minha sanidade psicológica. E tal foi a densidade, que descobri a minha sombra: "Sou capaz de matar, gente!" Mas o grande capítulo foi em 1984, com o livro Igreja, Carisma e Poder. Era uma coletânea de estudos sobre a questão do poder na Igreja e o carisma, e a questão central era se a Igreja como instituição pode se converter ou não. Eu dizia que não, enquanto ela é poder não se converte. Ela é vítima do seu próprio sistema, de sua própria dogmática. Dei o livro para o meu irmão ler, o frei Clodovis, que é teólogo, e ele me disse: "Esse livro vai ser condenado. E, se o Vaticano não reagir, é sinal de que está moribundo, não vale nada. Agora, se tem um mínimo de vida, vai reagir". E reagiu – me convocaram. E a irritação do cardeal Hamer começou porque me convocou para o dia 28 de agosto de 1984, o dia do Encontro Nacional das Prostitutas, e eu era assessor delas. Então escrevi: "Segundo o Evangelho, as prostitutas são primeiras no Reino de Deus, não vou nesse dia, prefiro ir ao encontro delas do que ao Santo Ofício. Só aceito ir se for no dia 7 de setembro, dia nacional da pátria". Ele mandou telegrama dizendo que só poderia ser no dia 28 de agosto e respondi que iria em 7 de setembro. De fato, fui nesse dia, que foi o dia do julgamento. Agora, o que estava por trás era o sentido político da questão – fui vítima de um processo mais amplo que o Vaticano montou contra a CNBB. Eles pegaram a mim, que era assessor da CNBB, que ajudava a fazer os documentos etc., para atingir a CNBB, especialmente a Teologia da Libertação, esse diálogo da Igreja com a sociedade, com a pobreza, e atingir as comunidades eclesiais de base, que este papa não aceita, porque ele acha que é um desvio fundamental na unidade, porque não tem a eucaristia, não tem a hierarquia, que são estruturas fundamentais da Igreja institucional. Como um lobo não come outro lobo, um cardeal não ataca outro cardeal. Pega o teólogo. Quem montou o processo foi dom Eugênio Sales. Criou uma pequena "comissão de doutrina", um pequeno "santo ofício" no Rio de Janeiro. Convocou teólogos de lá, de Porto Alegre, o bispo auxiliar dele – que é um suíço muito reacionário –, montaram o processo, aliás muito mal montado, com frases erradas, argumentos totalmente equivocados, e dom Eugênio o levou para Roma. E Roma disse: "Não fomos nós que avocamos, veio do Brasil". O segundo ponto é que junto comigo foram dom Paulo Evaristo e dom Ivo Lorscheiter, que era presidente da CNBB. Dom Paulo havia sido meu professor e era cardeal. Chegamos os três juntos no Vaticano, o cardeal Ratzinger ficou sumamente irado e disse: "O fato de convocarmos um teólogo aqui já é uma condenação implícita. E esse teólogo, para escândalo dos cristãos, vem acompanhado de Castor e Pólux, as duas divindades pagãs, como anjos da guarda que o acompanham". Eu disse: "Cardeal, com licença, nós somos cristãos, venho acompanhado de São Cosme e São Damião e não de Castor e Pólux" – que sãos os equivalentes pagãos de Cosme e Damião. (risos)
Sérgio de Souza - Você poderia descrever esse tribunal, como ele funciona?
Leonardo Boff - O tribunal é dramático. Me senti literalmente seqüestrado. O convento dos frades fica logo atrás do Vaticano. Eles vieram com um carro, eu estava me despedindo do superior, dos cardeais, dois oficiais do Santo Ofício me agarraram, me empurraram carro adentro, porque haviam dito que eu deveria chegar às 9 horas em ponto. Três para as 9 estavam ali, me agarraram e me empurraram carro adentro...
Marina Amaral - A guarda suíça?
Leonardo Boff - Dois guardas suíços e mais um oficial do Santo Ofício, que vinha junto pra dizer: "É aquele!" Então, o carro foi pela rua e num ponto foi pela contramão, com a sirene aberta. Peguei no chofer e disse: "Olha, posso ser herege, mas é melhor um herege vivo do que um herege morto, e eu quero viver". (risos) O repórter Lucas Mendes, que estava cobrindo o episódio, vinha num carro logo atrás, tanto que, quando o nosso entrou no jardim do Palácio do Vaticano, ele entrou junto e foi preso. Ficou umas cinco horas lá dentro. Ele considera uma das suas glórias, ele, como jornalista, preso pelo Vaticano. Passamos por um enorme portal de ferro, com uns pregos imensos espetados para fora, o carro parou para que aquilo se abrisse e eu disse: "Aqui é que é o local da tortura?" E aquele oficial me deu uma cotovelada, com toda a violência... Aí atravessamos os jardins, chegamos até uma entrada, desci do carro e dois guardas suíços já estavam ali na porta do elevador, abriram, subi dois andares e lá estava o cardeal [Ratzinger] todo paramentado, com outros dois guardas. Assim que abriu a porta do elevador, ele me recebeu. Como é bávaro e eu aprendi bávaro porque estudei em Munique, eu disse no dialeto: "Gricia nargo per cardinala" – pra desfazer aquele ar pesado...
Frei Betto - Em português, o que foi que você disse?
Leonardo Boff - "Salve, senhor cardeal", "Deus te proteja, senhor cardeal", que é uma saudação que o povo faz na rua. Aí ele me pegou pelo braço e me levou...
Sérgio de Souza - Aí você está sozinho?
Leonardo Boff - Sozinho. Me levou até o fundo, onde tem uma saleta, lugar onde eram julgados todos os inquiridos. E lá está a cadeirinha, a mesma em que sentou Galileu Galilei, sentou Giordano Bruno... e fiz uma saudação a ela, o que irritou o cardeal. Tem uma mesinha no meio, a cadeirinha aqui, o inquisidor lá, e o notário aqui ao lado, que vai anotando tudo. E atrás tem um pequeno anfiteatro, porque antigamente eram muitos os inquisidores, e embaixo ficava a sala de torturas, que existe ainda.
Marina Amaral - O processo de inquisição, a maneira como a Igreja se comporta ao inquirir uma pessoa ainda é a mesma, não houve uma atualização?
Leonardo Boff - Fundamentalmente não houve atualização.
Frei Betto - Até piorou, porque atualmente, depois do estabelecimento da infalibilidade do papa, nenhum réu pode ter direito a defesa, porque não se pode partir do princípio de que a autoridade eclesiástica esteja equivocada. Então, não existe direito à defesa, é o único tribunal do mundo onde isso acontece.
Leonardo Boff - É onde a mesma instância acusa, a mesma instância julga, a mesma instância pune.
Marina Amaral - Não pode pedir perdão...
Leonardo Boff - Não, não.
Frei Betto - Não pode se defender; não pode constituir advogado.
Leonardo Boff - Não pode ter advogado, aliás, existe advogado, mas você não conhece. Você tem um advogado chamado advocatus proautore, que você não conhece, que junto aos cardeais faz o advogado do diabo, toma a minha defesa, mas não pode conversar comigo, nem sei quem é.
Sérgio Pinto - Você pode falar ali?
Leonardo Boff - Não. Só responder. E você não tem acesso às atas, não sabe quem são os acusadores. Só conhece algumas perguntas, o cardeal é que tem todo o material, extenso, que é o documentário dele.
Sérgio de Souza - Continuando a história, você senta na cadeirinha...
Leonardo Boff - Antes eu faço aquela homenagem...
(continua amanhã)

quarta-feira, maio 09, 2007

O inquisidor Ratzinger e o Frei Boff (parte I)



O avião do Vaticano já aterrissou em solo brasileiro.

Inicia-se a visita do Papa que durará até o dia 13 de maio.

Aproveito para reproduzir trechos da entrevista da revista Caros Amigos com o teólogo Leonardo Boff, em 1998.

Naquela ocasião Boff detalhou como foi o processo inquisitório que contou com a participação ativa do Cardeal Ratzinger, hoje Bento XVI.

"Sérgio Pinto - Lendo nos arquivos um pouco da sua trajetória, salta aos olhos a pressão, as sucessivas convocações ao Vaticano, os sucessivos esclarecimentos, questionamentos etc. Como foi esse processo de inquisição do qual você é vítima?Leonardo Boff - É um processo que talvez o Roberto Freire tenha mais condições de descrever. Porque é um processo que atinge a tua identidade mais profunda, não é só um processo doutrinário, é um processo de desmontagem da tua figura de teólogo, o efeito é que alguém que está sob interrogatório do Vaticano não pode ser convidado pela Igreja, pelas comunidades, pelos bispos, para dar palestras no retiro espiritual. É tolerado que ele dê aula, mas com grande vigilância sobre o que ele ensina. E ele recebe uma vigilância direta sobre as homilias que profere, porque já está sob suspeita. Como padre, tem o direito de celebrar missa e fazer a homilia, mas porque está em processo de ajuizamento ele perde toda a confiabilidade.

Sérgio Pinto - Não é uma desqualificação?

Leonardo Boff - Desqualificação. Isso vinha desde 1972, cada livro que eu publicava era objeto de análise do Santo Ofício. E você sente a vontade deles de condenar. Eu via isso como um paralelo dos nossos organismos de segurança. Se você vai nas malhas desses organismos, está perdido, porque sistematicamente, de forma burocrática, você é acompanhado. Começou em 1972 com o livro Jesus Cristo Libertador, e culminou em 1984 com Igreja, Carisma e Poder. Há toda uma longa história com cartas, idas e vindas, um diálogo extremamente penoso com o Vaticano, com o secretário do Santo Ofício, que depois também foi o grande inquisidor do processo.

Chico Vasconcellos - Como é o nome desse secretário?

Leonardo Boff - Ele morreu em 1996, era o cardeal Hamer, Jerome Hamer.

Sérgio de Souza - Você pode reproduzir esse diáologo?

Leonardo Boff - Foi dramático, só nós dois, eu e o cardeal Hamer, é difícil reproduzir com objetividade, porque foi uma vivência da coisa. Foi no grande salão do Santo Ofício, que deve ter pelo menos 150 metros de comprimento. Imenso salão, com tapetes enormes. Lá no fundo, num canto, uma cadeirinha, uma pequena mesa e eu sentado lá, esperando quarenta minutos pelo cardeal. Toda hora me diziam: "Está chegando". Vejo ele chegando de longe, todo paramentado de cardeal, com toda a pompa vermelha. Fiquei realmente amedrontado. Primeiro, quarenta minutos de espera, você sozinho, abandonado. Ele vem, senta e diz: "A tua igreja pediu um diálogo. Quem fala aqui é o responsável pela doutrina, não quero dialogar, só quero testar se a tua fé é verdadeira ou não. Primeiro, como referência: o que você acha do Vaticano II?" Eu disse: "O Vaticano II foi um extraordinário concílio pastoral". E ele: "Erro, não é pastoral, é doutrinário. Esse é o teu erro, considerar que esse concílio adaptou a Igreja ao mundo moderno, não adaptou nada! Ele tem de ser lido na óptica do Vaticano I, como doutrina, e você não faz isso". Aí puxa uma pasta com todas as minhas cartas. "Na carta tal, você diz isto, pior, você subscreve" – porque eu sempre subscrevi, com um certo humor franciscano, frater teologus minor et pecator (irmão, teólogo menor e pecador). "Você escreve isto, você é pecador mesmo?" Eu respondo: "Está escrito, admiro que o senhor não se considere um pecador". E ele: "Eu sou autoridade, não cabe a mim apresentar-me como um pecador". Digo: "O senhor é um cristão". Lembrei o famoso sonho de São Jerônimo, em que ele aparece no Céu e Deus lhe pergunta: "Quem é você?" Jerônimo diz: "Teologus sum traductor sum" – sou teólogo, sou tradutor da Bíblia. E Deus: "Não, não conheço". Até que Jerônimo acerta: "Cristianus sum". Então, Deus lhe diz: "Sim, cristianus sum pecator sum". E aí Deus o acolhe. Perguntei ao cardeal: "O senhor esqueceu o sonho de São Jerônimo?" Pois ele respondeu dizendo: "Eu estive no Brasil, conheço o teu país, e vocês cometem um erro fundamental que é pensar a partir da prática. Isso não existe, isso fazem os marxistas, não os cristãos. Os cristãos pensam a partir da tradição, a partir do magistério da Igreja, a partir dos documentos oficiais. E vocês tentam dialogar com a ciência a partir da realidade. Então, vocês não fazem teologia, vocês são menores, não têm seriedade no discurso". Eu: "Bom, se não tenho seriedade, por que o senhor me chama aqui, por que questiona os meus textos?" Até o ponto em que ele diz: "Eu conheço o Brasil, aquilo que vocês fazem nas comunidades eclesiais de base não é verdade, o Brasil não tem a pobreza que vocês imaginam, isso é a construção da leitura sociológica, ideológica, que a vertente marxista faz. Vocês estão transformando as comunidades eclesiais de base em células marxistas, que, mais do que rezar e militar a palavra de Deus, aprendem a guerrilha. Por isso, vocês, quando começam a conversar, dizem: ‘Como vai a luta?’ Está vendo? A luta. E, para nós, isso quer dizer como vai a vida, não é?"

Sérgio Pinto - Em que ano foi isso?

Leonardo Boff - Foi em 1989. Chegou a um ponto que comecei a chorar de tanta raiva. E ele disse: "E mostra a tua fragilidade! Porque você chora como uma criança!" Fiquei com tanta raiva que fechei o punho: "Vou matar o cardeal". E comecei a mirar onde ia acertar... "Vou matá-lo." Fiquei lutando contra mim mesmo, por uns cinco minutos, fechado, pensando: "Quero matar esse homem, porque é isso que ele merece". Então lhe disse: "Olha, padre, acho que o senhor é pior que um ateu, porque um ateu pelo menos crê no ser humano, o senhor não crê no ser humano. O senhor é cínico, o senhor ri das lágrimas de uma pessoa. Então não quero mais falar com o senhor, porque eu falo com cristãos, não com ateus". Aí ele parou e disse: "Então vamos falar de outras coisas. Sou cardeal aqui dentro, e o cardeal mais odiado do mundo, lido com os que entram, com os que devem sair, nomeio os teólogos, todos os bispos que vêm aqui defendem os teólogos, tenho de me explicar. Aos domingos vou comer com os dominicanos" – ele era dominicano –, "ninguém conversa comigo". Morreu de câncer. E teve uma surpresa imensa, porque ele estava morrendo, eu estava de passagem por Roma e telefonei: "Aqui é o Boff, aquele que o senhor condenou". E ele: "Ninguém me telefona... foi preciso você me telefonar! Me sinto isolado. Queria ser um grande teólogo e não consegui. Me fizeram logo bispo, me chamaram pra cá, não tenho comunidade, celebro sozinho de manhã e me sinto desprezado pelos meus irmãos dominicanos". Aí começou a chorar. Não perdoei: "Quem é o fraco agora? Mas não quero fazer o que fez comigo! Quero enxugar as suas lágrimas". E ele: "Boff, vamos ficar amigos, conheço umas pizzarias aqui perto do Vaticano...". (risos)

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Leonardo Boff - "... Quando você vier pra cá, me telefone, vamos tirar essas roupas, vamos conversar, tomar um vinho." Chorava como uma criança."

(continua amanhã)